Presentación

Hasta ahora me habia dedicado a escribir sobre los conciertos a los que acudia. Alguna vez he sentido la necesidad de escribir, casi siempre sobre música, pero sin hacer referencia a ningun concierto, sino simplemente sobre lo que pienso o siento respecto a algunos temas y hoy me he dado cuenta de que lo que tenia que hacer era crear un nuevo blog para estas cuestiones.
Aqui iré dejando caer mis reflexiones, mas o menos serias - intentare que sean poco serias - sobre cualquier tema del que se me ocurra escribir, sea musical o no.

jueves, 30 de agosto de 2012

Refrescándome en Alaska


Refrescándome en Alaska. 

“Northern exposure”, o una obra de arte realizada para la televisión

En estos días finales de un agosto que se hace eterno, uno es consciente de que, pese a que septiembre está al caer, en esta sureña ciudad que le ha tocado en suerte aún queda calor para rato.

Los principales personajes de "Northern exposure"
Por eso se hace más necesario que nunca recurrir a todas las triquiñuelas posibles para el refresco del cuerpo y del espíritu. Respecto al cuerpo, me conformo con las duchas y el aire acondicionado, ya que inexplicablemente para un almeriense de pura cepa tiendo a despreciar la playa - que no el mar - pero para el espíritu la cosa es más complicada, pues a estas alturas del verano la mente comienza a estar ya bastante maltrecha, seguramente debida a las elevadas temperaturas que día tras día debe soportar nuestro cráneo, cosa que estoy seguro nos afecta al cerebro una barbaridad. Total, que a treinta de agosto está uno ya física y mentalmente agotado por este insoportable sopor. La lectura - sencilla, a ser posible, por los motivos anteriormente mencionados - ayuda a ratos, la música siempre, desde luego, pero las imágenes para mí en estos casos son fundamentales para refrescarme interiormente. Y es ahí donde aparece, o más bien tendría que decir re-aparece, una de mis series de TV favoritas, como si de un remedio recetado por un viejo "chamán" (que por cierto es el libro en el que también ando ocupado estos días). Me refiero a la tan celebrada serie de los 90 "Northern exposure", y  es que aquí alguno de ese equipo de "genios" que nuestro estado tiene contratados desde tiempos inmemoriales para traducir los títulos de todo lo que nos llega al reino, tuvo la feliz idea de denominarla con ese simplísimo "Doctor en Alaska".
Esa traducción tan estúpida parece inicialmente que podría ayudarme muchísimo a explicar el argumento de la serie: Si, lo habéis adivinado, gracias a ese traductor "iluminado": la serie, en principio, trata sobre las aventuras y desventuras de un médico en un remoto pueblo de Alaska. Hasta ahí, tendríamos que darle la razón al tontorrón que hizo la traducción, a la vista seguramente de su primer capítulo. Bueno, ¿qué estoy diciendo?...seguramente no llego a ver el primer capítulo completo, sino la introducción y los títulos de crédito, porque si hubiese ahondado solo un poquito más, se habría dado cuenta de que el título original tenía su sentido - ¡¡¡ como suele ocurrir siempre, zoquete traductor !!!! - ya que "Northern Exposure" parece ser la denominación que se da una especie de dolencia que suelen padecer los habitantes de esas remotas tierras en las que se ven sometidos a esos climas tan extremos, y donde en ciertas épocas del año se produce el fenómeno del "sol de medianoche", con varios días donde no se pone el sol.
La cuestión es que ese simple planteamiento de médico urbano obligado por un tiempo a ejercer en un pequeño pueblo perdido (y cuya mala copia española nos dio no hace mucho ese esperpento terrorífico llamado "Doctor Mateo") sirve como excusa para componer toda una galería de maravillosos personajes, con sus pequeñas historias personales, su fuerte personalidad, y todo ello mezclado con los maravillosos paisajes de ¿Alaska? (pues no, porque realmente se rodó en el estado de Washington, aunque los paisajes siguen siendo espectaculares en esa zona), y con una hermosa banda sonora.
Refrescante, efectivamente, desde su primer capítulo. Y yo precisamente recuerdo haber empezado a verla, desde algún capítulo intermedio, en otro caluroso verano de hace casi 20 años ya. Y me enganchó tanto en ese momento, como me está volviendo a enganchar ahora de nuevo, y me temo que cada vez que vuelva a verla.
Una característica imagen de su presentación

Como en muchas novelas, películas o series, ocurre que el personaje principal, el que sirve de excusa para dar comienzo a la acción, en breve pasa a ser secundario para dejar que te atrapen el resto de los personajes de su entorno. A quien no le ha ocurrido viendo la serie "Seinfeld", darse cuenta de que realmente está enamorado del personaje de Elaine, o del de George...o del inefable Kramer, y que realmente Jerry Seinfeld pasa en ocasiones a ser totalmente prescindible. Algo así ocurre con "Northern exposure". El doctor Fleishman es el personaje central, la persona sobre la que gira todo al principio, el "extraño", la "rara avis" en esa amalgama de personajes peculiares que pueblan el imaginario Cicely. Pero pronto uno se da cuenta de que el buen y joven doctor, un joven judío neoyorkino, urbanita donde los haya, neurótico (como todos los judíos neoyorkinos, claro, según Woody Allen) y eternamente cabreado por verse abocado a pasar sus mejores años como brillante y prometedor médico en ese pequeño rincón del mundo. Pues bien, el doctor Joel Fleishman es la punta del iceberg de toda una galería de personajes que nos harán reír, soñar, asombrarnos y hasta llorar, a veces, en ese pequeño y surrealista pueblecito del norte de los EEUU.
Todos tienen su historia, que se va dando a conocer poco a poco, pincelada a pincelada, capítulo a capítulo, para que no tengamos la tentación de saltarnos ninguno. Y todos son importantes, imprescindibles, como un engranaje perfecto sin el cual el pueblo no saldría adelante. Todos raros, pero todos tan humanos como cualquiera de nosotros. Porque acaso ¿no todos somos raros para los demás? ¿Qué es la rareza? No es sino la singularidad de cada uno lo que nos hace diferentes de los demás. La clave de una buena convivencia está en el respeto a las rarezas y peculiaridades de cada uno, y de eso realmente creo que trata la serie básicamente. De mostrarnos lo peculiar de cada una de estas personas, y de como casi siempre - lo ideal sería siempre, pero eso sería perfecto - son respetados por el resto, logrando así convivir y sobrevivir, que es de lo que se trata, lo mas felizmente posible.
Y así surgen esos maravillosos personajes, como la aviadora Maggie O´Connell, joven de fuerte personalidad que desde el primer día da la réplica - siempre con una tensión sexual latente - al Dr. Fleishman. Esa joven sobre la que pesa la "maldición O´Connell", motivada por el hecho de que todos sus novios siempre mueren por accidentes extraños, de los que ella, aún no teniendo nada que ver - siempre se siente algo responsable. La frescura de su interpretación, su carácter algo varonil en ocasiones y su belleza casi salvaje siempre me recordó a como debía de ser la Jorge de "Los cinco" de Enid Blyton si al crecer se hubiese trasladado al nuevo continente.
Por seguir, en orden de importancia - por su número de apariciones, porque como ya he dicho, para mi todos son importantes en este puzzle vital - el inmenso personaje de Maurice Minnifield, interpretado por un fantástico Barry Corbin (uno de esos secundarios de lujo del cine y la TV americana). El es el mandamás del pueblo. El terrateniente. El propietario de "casi todo", incluyendo la propia consulta del doctor, y el responsable de mantenerlo en el pueblo un año tras otro. Un personaje amado y odiado en alguna ocasión, que representa el genuino espíritu americano, el de los primeros colonos, los fundadores de cada una de las ciudades de la inmensa Norteamérica. Y eso es lo que él quiere hacer en Cicely, emulando a los conquistadores del lejano oesto: transformarla en una ciudad prospera y mas habitada, para lo cual no duda en "poner la carne en el asador" constantemente, ideando los mas absurdos y divertidos planes para lograr más prosperidad en la ciudad y , por supuesto, aportando sus dólares, ganados tras una exitosa carrera como astronauta de la NASA (nótese que casi siempre durante toda la serie lleva puesta la gorra con esas siglas, dejando claro orgullosamente cuál ha sido su anterior empresa). Con su eterno aire a "John Waine", está convencido de que tiene derecho a controlar todo cuanto pasa en el pueblo, a influir sobre sus habitantes, dictando sus propias normas, casi siempre rozando un comportamiento ultra-conservador. Aún así, siempre guarda un punto de respeto por todos, y en ocasiones da su brazo a torcer cuando se da cuenta de que le falta la razón. Los guionistas dejan traslucir que bajo esa chulesca gorra, y esa eterna cazadora de astronauta que intenta ocultar su cada vez mas incipiente barriga, se esconde un buen corazón que solo quiere lo mejor para su pueblo y para sus convecinos, aunque en ocasiones se extralimite “un pelín”.
Como en todos los pueblos del mundo, podría faltar un templo o iglesia pero lo que nunca falta es un bar. En este caso se trata del "Brick", regentado por otro importante personaje: Holling, un veterano descendiente de franceses, que lleva toda su vida dando tumbos por los bosques de Alaska, y que finalmente se ha establecido como empresario hostelero en el pueblo, y sienta cabeza con una chica muchísimo mas joven que el – la guapísima e ingenua, o no tanto, Shelly - , chica que por cierto le "birla" a su amigo Maurice, que fue quien la llevó al pueblo con la intención de casarse con ella. Este hecho hace que durante muchos capítulos ambos personajes no se hablen, aunque tienen que cruzarse constantemente en ese pequeño micro-universo que es Cicely, provocando infinidad de situaciones tan tensas como hilarantes.
La galería sigue y sigue, pero si tuviese que contar los pormenores de cada personaje, posiblemente en lugar de unas impresiones en mi blog, me saldría una novela, cosa que no tendría sentido, ya que seria estúpido escribir sobre unos personajes que ya están más que vivos en una obra como es esta. Los nombraré someramente, esperando dejar la suficiente curiosidad en quien lea esto como para que decida visionar esta joya:

Chris, el ex-convicto rehabilitado, que se encarga de la emisora de radio del pueblo, ejerciendo en ocasiones de improvisado narrador, mezclando su peculiar filosofía de la vida, con una estupenda música.
Ed, un joven nativo cuya principal ocupación es hacer de chico-para-todo a Maurice, pero cuya gran pasión es el cine (de hecho, en la ficción de la serie, Ed se cartea en ocasiones con conocidos directores como Allen, Scorsesse, etc, que le dan consejos para iniciar su futura carrera).
Ruth Anne, la anciana tendera siempre dispuesta a ayudar a cualquiera que se acerque por su pequeño colmado.
Y, cómo no, un personaje singular, que te atrapa, aunque a veces nos desespera a todos como al doctor Fleishman - desde el primer capítulo: la oronda nativa Marilyn, que ejerce de recepcionista en la consulta del doctor - con la frontal oposición inicial de este - y cuyos silencios y monosílabos hacen que poco a poco vayamos tomándole un cariño tan desmedido como su propia figura.
Por supuesto hay mas personajes, algunos secundarios y otros puntuales, que aparecen en determinados capítulos y desaparecen sin más, o vuelven a surgir más adelante, y que forman esa compleja tela de araña de relaciones inter-personales que conforma esta maravilla escrita para la televisión.
Todo este entramado de personajes - o más bien me gusta pensar en ellos como...personas -, con sus normales excentricidades, sus conversaciones que mezclan lo banal con lo cuasi-filosófico, se interconecta con una sucesión de maravillosos paisajes, y con una banda sonora sugerente - empezando por la propia sintonía principal de la serie, que ya nos deja cautivados desde el primer minuto - y siempre apropiada. Y si no me creéis, ved el ultimo capítulo de la temporada cuarta, donde una maravillosa canción de Enya acompaña a la inauguración de una estrambótica escultura luminosa realizada poco a poco por el excéntrico Chris. Una verdadera obra de arte de la televisión, sin lugar a dudas.
Me entristece muchas veces como muchos de mis amigos/as, cuando les hablo de estas maravillas me sueltan esa frase de "yo es que no veo series de TV". Claro, cuando alguien con un mínimo de cultura y sensibilidd enciende la televisión y se encuentra con cosas como "Aida", o con "Aqui no hay quien viva", es normal que rechace frontalmente ver una serie de televisión. Pero quedarse ahí es un error. Es como si lo primero que uno se lee fuese - por poner un ejemplo reciente y bien conocido - ese estúpido libro de las "Las 50 sombras de Grey", o literatura similar, y en lugar de seguir buscando algo para leer soltase ya siempre un tajante "yo es que no leo libros". Pues, amigo, te estás perdiendo millones de maravillosas novelas. Pues bien, reivindico desde aquí las buenas series, y la televisión en general. Otra de esas frases muy de moda últimamente es "yo es que no veo televisión". Si, quedas muy bien, es como muy "chic", muy "alternativo", muy super-mega-culto, pero...¿qué es la televisión?. Es un aparato rectangular que emite imágenes, no es más que eso. ¿Te gusta el cine?, pues amiguete...por ahí emiten películas, obras de arte indiscutibles, que lo son en una pantalla grande de un cine, pero lo siguen siendo en la ya no tan pequeña pantalla de nuestros actuales aparatos. ¿Te gusta la música? Ah, pues te aseguro que si sabes buscar, también a veces emiten muy buenos conciertos, ya que ni siempre podemos acudir a verlos en directo, que sería lo deseable. Llevo todo el verano disfrutando de estupendos conciertos de jazz de los festivales de Vitoria y de San Sebastian. Y los emiten por La 2. Eso sí, a altas horas de la madrugada, no sea que la cultura con mayúsculas llegue al pueblo llano, y nos dé por pensar a todos, que sería harto peligroso. Pero…¿para qué se ha inventado ese magnífico botón llamado “Timer” en nuestros aparatos de grabación caseros? Es cuestión de seleccionar, de no dejarse atrapar por la mierda que emiten en los horarios de máxima audiencia, de usar la tecnología en nuestro favor. Podemos grabar nuestros programas favoritos y verlos cuando nos plazca, y saltarnos fácilmente la publicidad. Así podríais ver maravillas como esta, como las antigua y maravillosa "Yo, Claudio", fenomenal adaptación de la novela de Graves, o como "Seinfeld", la mejor sit-com de todos los tiempos, como "Monk", esa inteligente serie de detectives, o como la reciente "Treme", que nos cuenta la tragedia del Katrina y New Orleans al ritmo de buen jazz.
Concretamente "Northern exposure" la estoy viendo gracias a que se consigue fácilmente por internet, y además no es ilegal, ya que es una serie varias veces emitida por distintas televisiones, y que cualquiera puede tener grabada y reproducir cuantas veces quiera.
Total, que gracias a eso mi final de verano se está "refrescando" enormemente. Y no solo por los maravillosos paisajes nevados que estoy disfrutando, ayudado, eso sí, por el aire acondicionado del salón de mi casa, sino por la cantidad de diálogos igualmente refrescantes, rayanos a veces en la filosofía, con ingenio e imaginación, y con una magnífica realización. Si alguno cree que no debe ver la televisión, pues peor para él. Pero si, lo reconozco, YO SI VEO LA TELEVISION, no me avergüenza decirlo, pero creo que no me domina, sino que yo la he domado para que sirva a mis intereses. No es tan difícil, os lo aseguro.

Por cierto, como complemento a mi comentario a esa estúpida traducción en nuestro pais del titulo de la serie, os recomiendo este blog, en el que tratan ese tema, con infinidad de ejemplos - sobre todo en peliculas -, y con un gran sentido del humor: http://www.taringa.net/posts/humor/1558422/Las-Peliculas-y-sus-Titulos-mal-Traducidos_.html

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