Presentación

Hasta ahora me habia dedicado a escribir sobre los conciertos a los que acudia. Alguna vez he sentido la necesidad de escribir, casi siempre sobre música, pero sin hacer referencia a ningun concierto, sino simplemente sobre lo que pienso o siento respecto a algunos temas y hoy me he dado cuenta de que lo que tenia que hacer era crear un nuevo blog para estas cuestiones.
Aqui iré dejando caer mis reflexiones, mas o menos serias - intentare que sean poco serias - sobre cualquier tema del que se me ocurra escribir, sea musical o no.

lunes, 12 de agosto de 2019

¡¡¡ Que venga Banashé !!!

De cuando en cuando apetece echar un vistazo al pasado y rememorar la infancia y adolescencia, sobre todo si – como en mi caso – fue una época muy feliz. Yo casi siempre asocio estos viajes nostálgicos con mi pasión por la música, pero también recurro en ocasiones a otras manifestaciones artísticas como el cine o, en este caso, las series de TV. Soy de la última generación de los de ‘una sola cadena de televisión’, al menos en mi Almería a la que, como viene siendo habitual, todo llega algo más tarde, y la entonces conocida como ‘segunda cadena’ solo pudimos empezar a disfrutarla ya metidos en los ochenta, sino recuerdo mal.
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La portada de la edición en DVD,
por si alguno se anima a comprarla.
Por tanto, cuando uno llegaba al cole solo había un tema de conversación posible: lo ocurrido en la tele la tarde/noche anterior: que si a Kunta Kinte le habían cortado un pie, que si Uri Geller había doblado un tenedor, que si a Lola Flores se le había perdido un pendiente. En cierto modo era maravilloso porque sabías que el resto de compañeros – salvo los enviados a dormir temprano por mala conducta – habían visionado lo mismo que tú en la ‘caja tonta’.
Y, por supuesto, todos hablábamos de cada capítulo de aquellos míticos detectives tan divertidos y multiculturales que venían de EEUU: el despistado ítalo-americano Colombo, el degustador de chupa-chups de raíces griegas Kojak o, como no, el guapo y rico Banacek, de ascendencia polaca. Este último, que era el que más vagamente recordaba, y eso que ayuda bastante la letra de la famosa sevillana de Da Rosa, aquella de ‘Acaban de robarme en el chalé, que venga Banashé’.
He recuperado estos días veraniegos las dos únicas temporadas de aquella serie, de ocho capítulos cada una, y he comprobado que el tiempo ha pasado por ella mucho mejor que por otras similares de la misma época.
Para quien no lo recuerde, Banacek estaba interpretado por un George Peppard ya rozando la madurez, actor cuyos otros papeles estelares mas recordados fueron el del guapete de ‘Desayuno con Diamantes’ y el de Hannibal Smith, el jefe de una serie muy famosa que seguro recordareis aún mas: El Equipo A.
En esta serie concretamente daba vida a un tipo inteligente, un moderno Sherlock Holmes a la americana, suave en el trato pero duro en la pelea, un tipo sarcástico y tan seguro de si mismo que en ocasiones da un poco de asquito. Rico hasta decir basta - imaginad que llevaba teléfono móvil en su coche, en esa época - y mujeriego hasta decir  ¡¡¡ no puedo más con tanta señora imponente, por favor!!!’.
Pero ¿era policía? Pues no. ¿Era detective? Pues tampoco. Era lo que ahora se denominaría un freelance del crimen. Un investigador autónomo – pero sin problemas para pagar el IVA de lo no cobrado – al que las compañías de seguros llamaban cuando la cosa se les complicaba y temían tener que desembolsar un par de millones de dólares que, mire usted, pues no les venía bien.
También podríamos llamarle ‘el tipo del 10%’ - es la comisión que siempre solicitaba cobrar respecto al valor del objeto recuperado con su ayuda -, cosa que, comparado con los managers en España, es hasta ridículo, pues ya se sabe lo que un manager le dice a su hijo cuando este le pregunta ‘papá, ¿qué es un músico? ‘. ‘Hijo, un músico es ese desgraciado que se queda con el 80% de los beneficios de tu padre’. Pues eso.
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Una de las bellezas que aparecen en la serie, una entonces
muy jovencita Victoria Principal. Todas suelen rendirse
a los encantos del rubito de Boston
El caso es que en cada capítulo de la serie, y en esto son bastante rigurosos, existe un esquema que se repite hasta la saciedad, pero no por ello la hace aburrida: en los primeros cinco minutos desaparece algo: un objeto o una persona, que para la trama es igual. Pero siempre ocurre de forma sorprendente, casi milagrosa. Vagones de tren que se esfuman con el convoy en movimiento, personas que desaparecen en un ascensor durante el descenso un par de plantas, computadoras gigantescas que se esfuman como si de un Smartphone se tratase – en los 70 los ordenadores no eran de bolsillo precisamente –, incluso un avión de varias toneladas que desaparece en el desierto sin dejar ni rastro. Todo ello causando gran desasosiego siempre en sus propietarios y un tremendo disgusto en el contable de la compañía aseguradora de turno, que tiene que ir preparando un cheque con muchos ceros, y ya sabemos que eso a los seguros no les mola en absoluto.
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El chofer de Banacek, todo un personaje
que pasa toda la serie intentando averiguar
alguno de los misterios antes que su jefe.
Al fondo Banacek, hablando desde el coche.
Eso era estilo
Pero, y volviendo a ese sabio popular que fue Pepe DaRosa, siempre surge en ese momento crítico una voz que canta - y yo me la imagino con esa gracia del sevillano - ‘ozú…que venga Banashé’. Y el rubito de ojos azules aparece siempre por allí, con su purito, con su chófer – uno de los grandes secundarios de la serie – y sus modales de dandy, para esclarecer el asunto y unos días después volver a su mansión de Boston con 100 o 200 mil dólares más y, por supuesto, con una marca más en la culata de su particular cuenta de conquistas femeninas.
Porque este hombre es capaz de estar resolviendo el caso más complejo que se le presente y, sin pestañear, llevarse al catre a toda señorita de buen ver que se le ponga a tiro, y os garantizo que ellas se dan codazos para ponerse en su punto de mira. Hay que intentar visionar esta serie ubicada en su contexto, claro. Estos comportamientos marcadamente machistas del protagonista – apoyados incluso por las mismas chicas que le daban la réplica – serían tan políticamente incorrectos en nuestra sociedad actual, que no descarto que se censurase la serie.
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Con la entonces desconocida Linda Evans,
en uno de los capítulos,
en el que desaparece un cohete espacial,
nada menos
Otros secundarios que te hacen ameno cada episodio son, por ejemplo, su amigo Félix el librero, otro dandy encerrado en su semisótano abarrotado de libros, y que ejerce de particular ‘google’ para nuestro protagonista. Lo mismo le facilita una lista de personas con delitos federales pendientes que una cita de la Biblia o del Corán.
Y también suele dejarse caer por algunos capítulos una investigadora de seguros de muy buen ver que se pasa toda la serie odiándolo y acostándose con él de manera alternativa o, a veces, prácticamente a la vez.
Mención aparte a varias bromas recurrentes y muy efectivas: normalmente todos los investigadores – torpes y antipáticos, que no han sabido resolver el enigma de turno – lo reciben con recelo, y siempre pronuncian su apellido mal: ‘Banaches’, ‘Bananacek’ o combinaciones similares. El del purito no se enfada, solo les corrige con tanta paciencia como suficiencia, a sabiendas de que poco después se van a quedar con un palmo de narices, mientras él se lleva los honores y se embolsa la comisión, al descubrir lo que ellos no han sido capaces ni de oler.
Y otra gracia recurrente son los supuestos refranes polacos del tipo ‘aunque el rinoceronte no tenga picaduras, es mejor sentarse sobre una abeja’ o ‘Cuando un lobo persigue tu trineo, tírale una galleta de pasas, pero no te detengas a hornear un pastel’, que Banacek inventaba cada vez que quería dar un ‘zas en toda la boca’ a alguno de sus interlocutores, cosa bastante frecuente.
A nivel de realización, tengo que reconocer que la serie ha envejecido muy bien y, conservando ese saborcillo a los setenta que a mí particularmente me fascina y con una música muy bien encajada en todas las escenas. Muy buen ritmo dentro de los esquemas de la época, en los que normalmente las series tenían una sola trama principal, y como mucho alguna secundaria de poca importancia, nada de las complejidades de hoy en día. Pero en ningún modo se te hace aburrida ya que los guiones suelen ser bastante originales y la resolución de cada caso está muy bien trabajada, no soliendo dejar cabos sueltos, y dando la explicación – con la previa reunión de todos los implicados, muy al estilo ‘Poirot’ – a todo lo sucedido, minutos antes de que el protagonista nos diga adiós con su sonrisa picarona y otro cheque en la cartera.
La serie tuvo cierto éxito y prometía continuidad - como la tuvieron las otras de su misma epoca, encuadradas en unos programas semanales llamados NBC Mistery Movies Y entonces ¿por qué solo se hicieron dos temporadas? Pues el motivo de su cancelación justo antes de iniciar la tercera no fue otro que el señor Peppard acababa de divorciarse, y si realizaban una siguiente temporada un gran porcentaje de sus beneficios iba a ir a parar a las arcas de su ex-esposa.
Por lo que se ve el actor, en su vida personal, parece que superaba con creces al personaje.